Mis heridas son fértiles. Quieren limpiarlas, sacar pus y bacterias, suturar, desinfectar. Pero eso no es lo que yo quiero: tengo heridas, así que las hurgo. Por qué iba a desechar todo el poder de creación de heridas tan hondas, tan exuberantes, tan hermosas. Para su desinfección se requieren normas, horarios, disciplina y compañía constante. Hora de comer, hora de dormir. Ya sé que es muy importante la rutina: es lo que nos ata a la cordura. También me dicen que la soledad es mi peor enemigo, así que “vamos a paseo”, “vamos al jardín”, “vamos a la playa”. Aquí no existe el yo, siempre somos nosotras. Nosotras nos levantamos a las ocho y media; nosotras comemos a las dos; nosotras paseamos a las seis; nosotras nos acostamos a las diez y media, aunque a veces nosotras nos levantamos a escondidas -nosotras también hacemos travesuras- y nosotras robamos leche con galletas de la cocina. Todo esto me desinfecta, me purifica. Pero yo querría abonar mis heridas. Echar abono e insecticida para que en ellas no hagan nidos gusanos ni mariposas. Así de ellas brotarían historias y cuentos. No sé por qué pienso tanto en mis heridas, pero gozo con ellas, al hablar de ellas, al acariciarlas y siento placer con la punzada de dolor que me provoca meter el dedo. Al fin y al cabo, son lo que soy. Cuando hablo de otra cosa siento mi voz extrañada. Incluso a veces, hablando de ellas noto que alguien pone las palabras en mi boca, con sus dedos en el teclado. Me roban la voz. Una señorita fina e instruida usa su vocabulario pedante para explicar qué me pasa, por qué estoy tan herida, por qué no quiero curarme. Qué sabrá ella. En cambio yo lo sé todo de ella: vanidosa, insegura, finge creer que sabe de lo que habla, pero no sabe nada. Sus heridas son como un surco dibujado con un palito en la arena de la playa; las mías son todo un valle profundo y escarpado horadado por la erosión durante milenios. No sabe nada de mí, pero yo lo sé todo de ella. No sabe ni cómo me llamo, porque nosotras no tenemos voz ni nombre propio, hablamos a coro. En cambio ella, dice lo que quiere y muchas veces los demás callan y escuchan. Beatriz Quijano, la llaman. Qué sabrá ella de nada.
Beatriz Quijano. ‘My Wounds are Fertile’ ‘Mis Heridas son Fertiles’
Hot hot hot magazine Issue 3 . September, 2019. Download full piece pdf
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